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EL CENTRALÍSMO: CLUB SOCIAL PARA CONOCER GENTE (Parte 1)

Croquis explicativo de los líos sexuales (adúlteros y/o no adúlteros) en El Centralísimo.


Como podéis observar, las relaciones en EL CENTRALÍSIMO constan de una gran complejidad. Existen dos grandes focos de adulterios, relaciones esporádicas y matrimonios y/o parejas estables: la línea AZUL y la línea ROJA


LA LÍNEA AZUL. El punto de partida en este ciclo sexual es ¡¡Javier Sotomayor!!, un niño pijín que vivió su momento de máximo esplendor hará ya unas cuantas temporadas, antes de que se le empezara a notar la barriguita incipiente bajo el pijamita azul de quirófano y de que se le apreciaran ciertas zonas sin pelo o calvas (fruto, sin duda, de un fallo técnico cometido por el individuo o individua maqui-pelu-estilista que se encarga de ponerle guapo para actuar) en su cuidado cabello.
Antes era un Dios en El Centralísimo, era un doctor Shepherd de Anatomía de Grey (salvando las distancias, claro), un doctor buenorro, un sex symbol de la televisión, un Duque cualquiera. Era un partidazo, era el hijo que toda madre querría tener… Sin embargo, ese tiempo ya pasó. Los años no perdonan. Ahora ha adoptado un aspecto desenfadado (un guarro vamos, con sus greñas y su barba de tres días) a la par que atractivo (con su hoyuelito en la barbilla). Tiene un brazo escachuflao al que estimulaba todos los días con una pelotita amarilla (lo que es sospechosamente parecido a lo que hacía el doctor Burke del Seattle Grace Hospital cuando su brazo, víctima de un disparo, se convirtió en una extremidad inútil. Fue La China la que operaba por él, y luego, la abandonó en el altar… ¡qué desagradecido!).

La lista de relaciones de Javi es muy compleja. Su primer amor, fue Cibercelia (sí, la chica del Cyberclub que tenía como amiguito a un oso amorfo anaranjado de nombre Trasto), que era una enfermera pavita, sosilanga, insulsa...Pero esa etapa no se muestra en el croquis.

Luego, llegó ELLA, la única, la pavita número dos, Laura o Laurita, su residente favorita. Conectaron y se enrollaron. Pero, una oscura fuerza quería separarles: la suegra de alto poder adquisitivo, que no entendía como su Javi estaba con esa rata de los bajos fondos. Entonces, buscó una pretendiente ideal para su hijo mimado, Belén, una pija insoportable de las que se ven por la calle Serrano, de las que llevan su mano formando un ángulo perfecto de 90 º con el brazo. A pesar de que Javi no la quería, se casó con ella (oooh). Estaba presionado por su madre impertinente. Entonces, Laurita se derrumbó. Y siguió besándole el culo durante cierto tiempo hasta que apareció El Perillas, sí, Carlos, un psicólogo empalagoso que tras mucho insistir, insistir e insistir se la llevó al huerto. Hubo enfrentamientos entre los dos doctores sexys por la indecisión de Laura, pero afortunadamente no hubo sangre de por medio. Y justo el día que se iba a casar con su psicólogo, patapumchimpum (momento trágico típico de El Centralísimo), accidente de camino a la boda. Carlos se quedó en silla de ruedas engendrando en su interior a un pequeño mini Carlos con mala hostia que exteriorizaba hacia los demás, sobre todo hacia Laurita. Llegó un momento en el que Laura estaba ya hasta las gónadas de su casi marido y le abandonó. Luego, al igual que hizo Clara (la amiguita de Heidi que quería arrebatarle a Pedro, la muy guarra, todo se lee en el subtexto), se levantó por arte de magia de la silla de ruedas y pudo andar otra vez (típico momento fantástico de El Centralísimo). Su vida comienza de nuevo. Se echa una novia (La Chica de Transición) ajena al puterío que por los pasillos del hospital se desarrollaba. Era una chica atrevida y con ganas de ayudar a toooodo el mundo, como él. Eran un roto pa´ un descosio, pero no tenían química (por mucho que salieran procreando en un coche, no consiguieron transmitirnos nada). Ahora, el paradero de La Chica de Transición es indefinido. Carlos deambula por los pasillos del hospital y de vez en cuando (pero muy de vez en cuando) menciona a su novia esa.

Antes de todo esto y tras su fallida relación Ahora Sí Ahora No con Javier, Laurita también estuvo con Aimé (no perdía el tiempo). Fue un período muy corto, no duraron ni dos telediarios debido a la influencia malvada de una niña repelente (niña repollo), La Hija de Aimé, que por todos los medios intentaba putear a Laurita (su madrastra expréss), no la quería, la repudiaba, ella quería a su madre alcohólica. Entonces, Laura y Aimé terminaron. Lástima. Y luego…llegó Carlos.

Y por otra parte, nuestro querido Aimé tras perder a su mujer y su niña repollo en un accidente de coche (la escena supermelodramática número dos de El Centralísimo, después del tumor cerebral de Vilches que se curó en dos capítulos), se lió con Claudia, la neuróloga sociable. Fue una relación bonita mientras duró, se daban besitos, tonteaban...hasta que Aimé se convirtió en un tío dipolar, o tenía una mala hostia constante o se ponía en plan depresivo. Claudia no le entendía. Crisis. Aimé dejó el puesto de director del Hospital que tantos disgustos le acarreaba y se convirtió de nuevo en un simple medicucho de Urgencias. Un día, recibió una misteriosa llamada de...Bruselas. Le ofrecían un trabajo allí como investigador de no sé qué rollo. Y se fue. Y Claudia le visita todos los fines de semana. Pero el amor se acabó. Claudia ha tenido un aborto por culpa de Aimé que repudiaba al todavía feto, no quería ser papá.

Y entonces Javi encontró a Mónica…una enfermera del SAMUR un poquito chabacana y que te puede meter una hostia a la primera de cambio. Es una chiquita de barriada. Pero ellos se quieren. Pertenecían a mundos distintos como Jack y Rose en Titanic, pero finalmente se casaron…y por todo lo alto, con fuegos artificiales, un enorme jardín y tropecientos invitados (aunque sólo enfocaran a Vilches, Maca, Héctor y compañía, en realidad, había numerosos extras haciendo bulto). Sin embargo, la felicidad les duró poco. Y todo por culpa de una prostituta drogadicta, que Moni quería salvar...y Javi no. Para él era una plebeya cualquiera de carácter amenazador para su estabilidad familiar, económica y social. Luego resultó ser verdad, les robó su casa (joyas y cosas de esas). Pero bueno, Mónica a lo santa Teresa de Calcuta siguió ayudándola y eso les distanció.
Luego, Javi tuvo un accidente de avión, perdió un brazo y Mónica no tuvo más narices que quedarse a su lado para cuidarle. Iba a dejarle ese mismo día, pero su conciencia se lo impidió. Y finalmente, un día no muy lejano, Javi con su camisetita pija y sus pantaloncitos blancos con las zapatillas a juego se fue de casa. Puso esa cara característica suya (como si le estuviera dando todo el sol) y se fue. Ahora Javi no se come una rosca. Se dedica a putear a Maca para quitarle el puesto de directora del Hospital. Por otra parte, Mónica ha encontrado a su media naranja, un barriobajero como ella. Se llama Boni, estuvo en la cárcel y trabaja en el SAMUR. Moni y Boni acabaran juntos. Se han hecho muy amiguitos…