CuaNDo ÉRaMoS UNoS MoCOSos...(¡Qué LuNNyRecuerdos!)

Hoy, mientras escuchaba las divagaciones de La Pequeña LuNNy sobre lo indignadísima que estaba porque una pequeña individua de su clase había osado a permanecer en la fila de gimnasia ocupando el primer puesto en lugar de disfrutar jugando con los pompones y todo eso con la finalidad (sólo y exclusivamente) de ser la primera en dicha fila (ayyy, Dios mío, ¡qué drama!). Es que mira que querer ser la primera en la fila desobedeciendo para tal hazaña las órdenes de la profe de ir a jugar con los pompones...¡qué lista la niña, hombre ya!.
Pues bien, mientras La Pequeña LuNNy engullía su hamburguesa de filete de pollo (para chuparse los dedos...mmm) y que casi desprecia por no constar de un queso fundido a su gusto, he recordado las preocupaciones que ocupaban nuestras cabecitas cuando éramos unos simples e inocentes renacuajos. Sí, ¡qué tiempos!. Vagos recuerdos rondan por mi cabeza...


1) " Primero Basurero, Segundo Campeón, Tercero Camionero, Cuarto Lagarto, Quinto Laberinto, Sexto Apesto " (y hasta aquí puedo leer, todavía no he descubierto las rimas de los correspondientes números posteriores, lástima).
Me acuerdo de la importancia que le dábamos, nosotros los renacuajos y renacuajas de Primaria, a las posiciones que ocupábamos en todo tipo de filas tan propias de esos años infantiles con el fin de evitar que nos desperdiguemos a nuestro libre albedrío. Estaba la fila para salir de clase y la fila para entrar en clase después del recreo, la fila para ir al comedor, la fila para ir al patio, etc. Innumerables filas y filas en las que todos y cada uno de nosotros con nuestros pequeñajos cuerpecillos nos matábamos a correr por ocupar el primer puesto. Aunque claro, desgraciadamente siempre había algún impertinente mocoso y/o mocosa que cuando por fin habías alcanzado tu ansiado puesto number ONE en la fila tras echarte un carrerón de tres pares de narices te decía: " Primero basusero, Segundo Campeón..." (¡qué insoportable!). La ilusión frsutrada por cuatro palabrejas. Sin embargo, la solución era sencilla: para la próxima ocasión, en lugar de pelearse por llegar el primerísim@ nos pelearíamos desesperadamente por ocupar el segundo puesto empujando a los demás para que se pusieran en el primer lugar, el del basusero (sin duda, una profesión maltatrada desde la infancia..." Primero basusero "y todos nos reíamos, ¡qué crueles!). En fin, los determinantes numerales ordinales jugaron un papel muy importante en nuestra infancia.

2) Visitando Al Señor WC. La manía de ir al baño es otra de las cosas a destacar de aquella mi infancia. A mí por lo menos me encantaba eso de pedirle permiso a la profe (la seño) para ir al baño y darme un tranquilo paseito por ese pasillo silencioso y solitario (en el que sólo se encontraban los abrigos colgaditos de un perchero de gran longitud) hasta el fiel amiguito WC. Recuerdo que cuando le preguntábamos a la profe si podíamos ir al baño, ésta de la que sólo desvelaré las inciales (en honor al TOMATE...ayyy, te echamos de menos...) M.C. nos decía: " ¿Al baño?...Aquí no hay baños, el baño es en vuestra casa...será al servicio...bueno, podéis ir ". ¡Qué frase más sabia!. Me costaba captar la diferencia, pero ¡por fin! la he comprendido. Sin embargo, estando ya a punto de abandonar el instituto y comenzar la vida universitaria (en la que según los testimonios de su Hermanísima, Antoñita La Fantástica está superconvencia de que no se hace nada...ja ja ja) mis neuronas cabezotas todavían siguen empeñadas en decir baño en lugar de servicio : " ¿Me acompañas al baño? ". Ahora la diferencia es que tienes que ir cagando leches (si te da un apretón, lo tienes chungo o te esperas al recreo o...no quiero ni pensarlo) porque solo tienes cinco minutos para miccionar y/o mirarte en el espejo antes de que llegue el profesor (vivimos agobiados).

3) El Comedor. Éste sí que nos marcó. Los pobrecillos que nos quedábamos a comer en El Comedor siempre deseábamos ser como Los Otros, los que se iban a comer a sus casitas y podían ver mientras los dibujitos (¡cabroncetes!, luego nos lo restregaban). Hay tantas cosas que contar acerca de éste lugar que podría escribir una novela entera. Mi mente se ha encargado de suprimir los recuerdos más " dolorosos ", pero como es un proceso largo y todavía está en ello, me quedan varios sin eliminar. Exagero, no era tan terrible...bueno sí, para nuestras mentes de diez años quedarse al comedor era la tragedia más grande del mundo mundial. Luego, por supuesto, sabíamos sacar las cosas buenas: teníamos una hora enterita de recreo (¡toooma!).
La leche del comedor. Éste es un tema delicado y realmente interesante para debatir. Tengo que confesar (que quede entre nosotros) que a mí no me disgustaba del todo. Las monitoras ponían el brik de leche en la mesa, la encargada de la mesa o la Jefa, como decíamos (este cargo era desempeñado por una de nosotras y entre sus funciones se incluía también la de recoger la mierda de la mesa con las putrefactas balletas situadas en la sinisetra cocina, la de servir la comida y el agua, etc.) nos la servía y yo me la bebía sin problemas. Al fin y al cabo, sólo era leche, como la de casa. Peeeero, sin embargo, yo también fui testigo de diversos chanchullos con la leche del comedor (uyuyuyuyu). Una con las que compartía mesa llamada Andrea se comía la lechuga de otra llamada Elisa (o al revés, no sé) a cambio de que luego ésta última se bebiera su vaso de leche. Era un chanchullo Lactéo-Lechuguino que se daba con bastante frecuencia evitando que MariCarmen (La Mala...un apodo para diferenciarla de la otroa MariCarmen...La Buena...éramos muy ingeniosos) se diera cuenta. También se daban otros intercambios ilegales. Por ejmeplo, yo engullía lechuga ajena a cambio de que me dieran otra croqueta (¡qué buenas estaban las jodías!, nunca he vuelto a comer unas croquetas tan ricas como aquéllas...y eso que eran congeladas. No sé si algçun día podré deleitarme de nuevo con su exquisito sabor...ayy).
El chorizo también marcó nuestras vidas. Esa mínima pero exquisita rodaja de choricito que flotaba entre las lentejas, judías o legumbres varias entre otras tres rodajas más y que debían repartirse entre seis estomaguitos hambrientos y dispuestos a ingerirlos en plan bocadillo con un mendrugo de pan. La Jefa tenía el privilegio de servirse el primer chorizo y luego ya, a quien le tocara (todo quedaba en manos del azar). A veces tenías la suerte de zamparte dos, pero en raras esas ocasiones.

4) El Pasillo Secreto. Ahora lo pienso y todavía me entran ganas de recorrerlo ahí medio agachad@s para que nadie pudiera divisar nuestras cabecitas a través de las ventanas. Este misterioso pasillo (bah, en realidad era un simple pasillo, pero para darle emoción...) se encontraba en la última planta y comuncicaba los dos edificios, el de Primaria y el de Preescolar donde también se encontraba el aula de música (para más datos). En los recreos, que estaba terminantemente prohibido andar pululando por los pasillos, nosotr@s, unos aventurer@s, nos colábamos por El Pasillo Secreto en plan Harry Potter y sus pasadizos mágicos. A veces, la puerta de salida estaba cerrada y nos teníamos que volver (uinnch). Emoción al cuadrado. Menudo subidón de adrenalina que sentíamos. Era una experiencia inolvidable.

5) El Ocio Infantil. ¿Con qué nos entreteníamos?. Bueno, a parte de hacer uso de los elementos tradicionales como el balón de fútbol (o baloncesto), la comba y de los jueguecitos como el escondite y el pilla-pilla, nosotros tuvimos una importante función social.
Fuimos unos consumistas empedernidos encargados de fomentar todas las modas destinadas al ocio infantil. Desde los tazos de Pokemón (" ¡Hazte con todos! ") hasta los Gogo´s. Desde los cromos de Pokemon (es que los pokemon eran un elemento constante en nuestra vida, estaban en las bolsas de patatas, en los dibujitos animados, pero sobre todo marcaron una época para los viciados y viciadas de la Game Boy Color. Yo sólo tenía el juego de Mario Bros y encima mi Game Boy era sin color. Es un trauma infantil que sigue ahí) hasta los cromos de Harry Potter. Yo conseguí rellenar los dos álbunes del Harry Po Po Potter tras estudiados y duros intercambios de cromos donde predominaba el Sile y el Nole mientras se los ibas enseñando a los individu@s con los que se podía realizar un buen trueque. Pasabas el taco de cromos con una habilidad asombrosa y a una velocidad impresionante (teníamos al dedito pulgar machacao).



Son tantos recuerdos...No puedo tirarme toda la tarde contándolos así que, me voy con mis recuerdos a otra parte...a comerme un sandwich de nocilla (la gula que es muy mala).
Chau Chau.

Y recordad, votad a la jarrufilla Tania S. para que se vaya de la Academia (fueeera).