Nunca imaginé que una simple película de hormigas animadas y dicharacheras pudiera tener tanta influencia en el mundo GUARRUZO...Inculta de mí, que al verla no veía más allá de la torpeza de nuestro querido protagonista (una simpática hormiguita) en su intento por conquistar a la princesa del hormiguero y de los peligros a los que se tenía que enfrentar (como no ser espachurrado por una zapatilla con los cordones desatados) en el mundo exterior. Sin duda, es una fábula metafórica de la revolución social (sí, sí) y por eso, es una película digna de ser proyectada en La Gatonera (como estos los Guarruzos llaman a una de sus múltiples casas okupas) tal y como prometía el folleto colgado en el corcho de mi clase...ah! y también se ofrecía la degustación de una merendola vegana (¡qué apetitosa!). No quiero ni imaginar las traducciones que pueden sacar de otras inocentes películas de Disney como por ejemplo, BlancaNieves en la que la protagonista del mismo nombre con tendencias a limpiar todo lo que pille por delante comparte casa con siete hombrecitos que sólo piensan en recibir un beso de esta joven muchacha; o de El Rey León, en la que un jabalí y un suricato engatusan al joven Simba y le obligan a alimentarse de crujientes bichos fardando de su vida de holgazanes; o de La Bella Durmiente, en la que la protagonista se ve condenada a dormir durante tooooda la vida a no ser que un apuesto príncipe decida caballerosamente besarla y luego una vez consciente, ya si eso pasar a términos mayores.